martes, 3 de noviembre de 2009

ingenieria marina


El crucero más grande del mundo ya surca los mares

Este gigante de los mares, calificado como «el Titanic de nuestro siglo», una verdadera belleza de acero, hierro madera y cristal, que por la bonita suma de 1.075 millones de euros ha sido construido en los astilleros de la ciudad finlandesa de Turku para la naviera Royal Caribbean, comenzó ayer su viaje inaugural rumbo a Florida.

Con sus 360 metros de eslora (casi cuatro campos de fútbol) 64 metros de manga y un alzado de 72 metros sobre la superficie del mar, el «M/V Oasis of the Seas» es, con mucha diferencia, el mayor crucero del mundo. Con capacidad para 6.300 pasajeros y 2.165 miembros de la tripulación, en sus 16 cubiertas los pasajeros encontrarán diferentes espacios o «mundos experimentales» que les darán la oportunidad de descansar, practicar su deporte favorito (ya sea baloncesto o patinaje sobre hielo), bucear en «piscinas oceánicas», o simplemente disfrutar del «dolce far niente» en algunos de los jardines donde hay miles de plantas y árboles naturales de imponente altura.

Pero por bien que su interior es todo un lujo y el «no va más» sobre las aguas, y sus camarotes pueden competir con las mejores suites de cualquier hotel cinco estrellas, lo que más está dando que hablar es su espectacular y majestuoso paseo por debajo del puente del Gran Belt, que separa las islas de Fionia y Selandia, la parte más complicada del viaje.


Se arrodilló ante el puente

Dado que el puente no puede moverse y tiene una altura en su punto más elevado de 65 metros (la del barco es de 72), los ingenieros navales nórdicos tuvieron que idear la manera de «arrodillar» al coloso. Por su parte, los expertos marinos escogieron la hora exacta para esa arriesgada travesía, que tuvo que hacerse con la marea baja en aquellas aguas a las 11.30 de la noche del sábado.

Así, este nuevo «Rey de los mares» ofreció un espectáculo hasta ahora nunca visto, que fue seguido por millones de personas y transmitido en directo por las televisiones nórdicas. Gracias a un sistema sofisticado que hizó descender las dos chimeneas telescópicas del barco (han costado 1,6 millones de euros cada una) reduciendo su altura con 6,15 metros, el crucero pasó debajo del «Bron», como los suecos conocen el puente, con la cabeza inclinada, entre los aplausos de los asistentes y el sonido de campanas, caracolas, cuernos marinos y altavoces de otros barcos de la zona. Una hazaña que hará historia en los anuales de la ingeniería marina.

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